Problemas para Dormir: Intervenciones Psicológicas Efectivas para Restablecer el Sueño

El sueño es una necesidad primaria y fundamental para la salud. Sin embargo, no siempre ocurre de forma natural, incluso si la persona lo desea. Los trastornos del sueño son alteraciones en el ciclo sueño-vigilia que afectan la consolidación y el mantenimiento del sueño, lo que repercute negativamente en distintas áreas del funcionamiento de la persona.

No se trata solo de dormir; para afrontar adecuadamente la etapa de vigilia (el período en el que estamos despiertos), es necesario, por un lado, dormir un número suficiente de horas, y por el otro, que el sueño sea reparador.

Los objetivos de la intervención psicológica en estos casos son proporcionar herramientas terapéuticas para manejar las variables psicológicas que afectan el sueño, ya sea antes, durante o después de dormir.

Frecuentemente, las personas experimentan dificultades en el inicio, duración, consolidación o calidad del sueño, incluso cuando las circunstancias para dormir son adecuadas. Estas dificultades suelen ir acompañadas de un nivel significativo de malestar y deterioro en áreas como la vida social, laboral o educativa.

Para comprender mejor cómo funcionan estos trastornos, podemos utilizar el modelo de las «3P», que analiza los factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes.

  1. Factores predisponentes: Se refiere a un conjunto de circunstancias, como la segregación de neurotransmisores específicos o factores genéticos, que pueden predisponer a la persona a desarrollar alteraciones en el ciclo del sueño. Además, conductas asociadas con estados de ansiedad o una mayor activación fisiológica pueden influir negativamente en la calidad del sueño.
  2. Factores precipitantes: Son situaciones estresantes en la vida que pueden desencadenar dificultades para dormir. Por ejemplo, la muerte de un ser querido, la pérdida de empleo, o problemas familiares. Con el tiempo, estas circunstancias tienden a desaparecer, pero los problemas de sueño pueden persistir si no se abordan adecuadamente.
  3. Factores perpetuantes: Son aquellos que mantienen el problema de sueño a lo largo del tiempo. Estos incluyen actividades incompatibles con el sueño, como ver televisión en la cama, leer o realizar actividad física intensa antes de acostarse. A estos factores se les denomina «perpetuantes», ya que contribuyen a que el problema continúe.

El objetivo del tratamiento psicológico es proporcionar una alternativa que no genere consecuencias secundarias, como la dependencia de los medicamentos. Por ello, se busca disminuir los componentes conductuales (hábitos inadecuados de sueño, horarios irregulares), cognitivos (expectativas poco realistas, preocupaciones y creencias inútiles) y psicofisiológicos (tensión física y mental, e hiperactivación) para ayudar a mejorar los hábitos de sueño. Algunas de las principales estrategias incluyen:

  1. Restricción del tiempo en cama: Esta técnica consiste en reducir el tiempo que el paciente pasa en la cama despierto, indicándole que solo debe acostarse cuando realmente tenga ganas de dormir. El objetivo es recuperar el impulso de sueño homeostático, es decir, la necesidad biológica de descansar, lo que puede contribuir a un sueño más reparador.
  2. Control de estímulos: Esta intervención está diseñada para aumentar la asociación entre el dormitorio y el sueño, y reducir las actividades que promueven la vigilia. Se instruye al paciente a evitar actividades estimulantes en la cama, como ver televisión o usar dispositivos electrónicos, de modo que el espacio y la cama se asocien exclusivamente con el descanso.
  3. Relajación muscular progresiva: El paciente recibe entrenamiento para alternar la tensión y distensión de diferentes grupos musculares. Esta técnica ayuda a reducir la hiperactividad física y mental, facilitando un estado de relajación que favorezca el inicio del sueño.
  4. Mindfulness: Esta práctica de meditación consciente tiene como objetivo que el paciente preste atención plena a sus pensamientos, emociones y sensaciones físicas sin juzgarlas. Se le anima a identificar los cambios internos que ocurren antes de quedarse dormido, lo que le permite relajarse de manera más efectiva y reducir la ansiedad relacionada con el sueño.
  5. Intención paradójica: En esta técnica, se pide al paciente que realice las conductas o pensamientos que usualmente le impiden dormir, como mantenerse despierto lo máximo posible al acostarse. Esto ayuda a reducir la ansiedad anticipatoria y la preocupación sobre no poder dormir, lo que en sí mismo puede facilitar el descanso.
  6. Higiene del sueño: Se brindan una serie de normas y recomendaciones para mejorar las condiciones ambientales y de comportamiento que favorecen un sueño adecuado. Esto incluye consejos sobre la temperatura de la habitación, el uso de la cama exclusivamente para dormir, evitar alimentos y bebidas estimulantes antes de acostarse, y establecer rutinas regulares para el sueño.

El objetivo de estas intervenciones es trabajar sobre los hábitos y los pensamientos que afectan la calidad del sueño, abordando tanto los factores conductuales, cognitivos y psicofisiológicos. De este modo, se busca mejorar la calidad del sueño sin generar efectos secundarios indeseables.

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