¿Por qué no eres culpable de sufrir violencia de género?
En las últimas semanas, el tema más presente en medios de comunicación y redes sociales ha sido la violencia de género. Quizás te preguntes por qué esas mujeres se mantienen en esas relaciones, si les pegan, las humillan, las maltratan continuamente, o puede que la pregunta que te planteas sea “¿Por qué he tolerado todo esto?”. Aunque no hay una respuesta única, y la casuística es muy variada, en esta publicación te damos algunas razones por las que nunca debes sentirte culpable, o no debes culpar a una mujer en esta situación.
Vivimos, vives en una sociedad patriarcal, en la que el rol del hombre es siempre el que posee y ejerce el poder, mientras que si eres mujer debes practicar un rol sumiso. Desde que eres niña te han indicado que debes ser educada, responsable, empática, responsable y obediente.
Aunque conscientemente no lo percibas, día a día absorbes mensajes que te dirigen hacia la toma de ese papel de mujer buena y silenciosa. Dicho rol te afectará de un modo transversal en tus relaciones de pareja (hablaremos de parejas heterosexuales), ya que será él quien “mande y gobierne” en la relación, porque así lo instruye la sociedad.
Aun siendo consciente de tu marco social de interacción y de los mensajes que te envían incesablemente por ser mujer, la violencia de género en una relación no empieza bruscamente, ni de la noche a la mañana. Empieza de un modo sigiloso, que es casi imperceptible, indetectable. Lo primero que oyes es “esto no lo haces demasiado bien”, “mejor no pongas esa ropa, hay mucha gente mala y peligrosa por la calle”, “esa amiga tuya quiere hacernos daño, tiene celos de ti”. Son mensajes aparentemente inocuos que asocias al amor que tu pareja siente por ti. Pensaste, piensas o pensarás que lo hace porque te quiere y desea protegerte.
Estos comportamientos hacia ti pueden ser agresiones verbales (insultos, desvalorizaciones, humillaciones), sexuales (te obliga o te ves obligada a mantener relaciones sexuales para complacerle), ambientales (controla todo tu entorno, dinero, salidas, contactos sociales…) o físicas (empujones, cogerte fuerte de un brazo o una mano, puñetazos, tirones de pelo…). Todas y cada una de estas conductas están dentro de la violencia de género, todas y cada una de ellas coartan tus derechos y libertad.
Al igual que una olla a presión, estas conductas hacia ti irán aumentando en frecuencia y agresividad. Pero de un modo sutil, empezarás a considerarlo como algo normal, algo que pasa en todas las parejas, incluyendo la tuya. Y, paulatinamente, esos comentarios nocivos irán afectándote sin que te des cuenta. Crees que, en realidad, tú lo haces todo mal, que tus amigas son malas influencias, que él tiene que reñirte-o castigarte- porque él tiene razón (¿Cómo no va a tenerla, si te quiere y lo hace por tu bien?). Tu confianza en ti misma irá decreciendo, y él ganará fuerza y poder.
En algún momento empezarás a tener miedo, y él, quizás, te pida perdón, te dirá que no se volverá a repetir. Y tras esa disculpa, vendrán unas horas, o días, o semanas, en las que todo será ideal, en las que él se mostrará cariñoso y atento, en las que vivirás como en una de esas películas románticas de la tele (regalos, halagos, mimos, caricias). Pero siempre vuelve a su patrón de dominación y agresión sobre ti. La luna de miel se acabó, el filme romántico llegó a su fin, y parece tratarse de una saga cinematográfica sempiterna, porque nunca te quedas en el “y vivieron felices para siempre”.
Puede que te veas inmersa en una situación de posible aislamiento social (porque él no te deja mantener contacto con tu familia, amigas y amigos). Puede que tengas hijas/os que no podrías mantener sin su aportación económica (o te amenaza con que estás loca y en el juzgado te quitarán el derecho a su custodia).Puede que te sientas paralizada porque no sabes qué hacer para que él no te agreda (porque hagas lo que hagas, digas lo que digas, él siempre hará lo que le dé la gana). Y puede que te sientas culpable porque él te ha dicho que TÚ y solo TÚ eres la culpable, porque eres mala y no sabes hacer nada bien.
Y a todas nosotras nos puede pasar. No hay un único perfil de mujer que sufre malos tratos. No hay mayor probabilidad de padecerlo según tu edad, estudios, nivel económico… NO te pasa por falta de formación, por no haber estudiado, por haber cometido errores en tu pasado, por tu vestuario, por tu forma de hablar… Tus características, tu personalidad, tus decisiones pasadas-presentes-futuras, tu forma de actuar… NO tienen nada que ver con la violencia de género porque NO, TÚ NO ERES LA CULPABLE y NO, TÚ NO ERES LA CAUSA o motivación de los malos tratos.
Te has visto inmersa en una relación tóxica, dañina, peligrosa, porque él te ha sometido, porque se cree con el derecho a decidir sobre ti, porque te considera de su propiedad. Ha minado tu autoestima incesablemente, y tú has hecho todo lo que tenías en tu mano para protegerte a ti misma y, en muchas ocasiones, a tus hijas e hijos. Has sido una valiente soportando tanto sufrimiento y dolor… Así que no te sientas culpable, porque toda la responsabilidad es de ÉL, única y exclusivamente. Porque no eres una víctima, sino una SUPERVIVIENTE.
Si tu pregunta inicial era “¿Por qué siguen en esas relaciones tóxicas?”, intenta ponerte en su piel, comprende que es una situación traumática que puede llegar a durar años, que anula toda autoestima de la mujer y dificulta la toma de decisiones para poner fin a la relación. Porque el miedo paraliza, ¿o nunca te ha pasado que, del susto, te has quedado sin moverte del sitio? No las critiques, juzgues, culpabilices. Ayúdales, muéstrales tu apoyo, reniega de la violencia hacia la mujer porque no es algo de la intimidad familiar, ni privado, ni ajeno a nuestro mundo, es un problema que nos afecta a TODAS Y TODOS.
Ellas, nosotras, TÚ NO ERES LA CULPABLE. Salir de esta situación es difícil, duro, traumático. Pero hay salida, hay posibilidad de rehacer tu vida y elegir tu propio camino, con tus libertades y derechos. Las y los profesionales de la psicología te ayudaremos a superar esta situación y te apoyaremos siempre que lo necesites. Necesitamos que des el primer paso, cuéntaselo a alguien, pide ayuda, porque en el resto del camino estaremos contigo.
Vanesa Pernas Martínez
Psicóloga sanitaria
Psicóloga de los Servicios Municipales de Igualdad del Ayuntamiento de Mieres (Asturias)
Colaboradora del Centro de Psicología Calma al Mar, en Valencia
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