Me quiero – no me quiero, me quiero – no me quiero… ¿me quiero?
Uno de los principales factores que nos diferencian a ti y a mí como seres humanos de los demás animales es la conciencia que tenemos de nosotros mismo/as: tú y yo tenemos la capacidad de establecer una identidad y darle un valor. Es lo que llamamos el autoconcepto y la autoestima. Pero, ¿cómo hemos aprendido a hacerlo? El amor hacia la propia persona ¿se aprende o se descubre?
En este artículo no pretendo hablar de la autoestima, ya que es un tema que se ha tratado hasta la saciedad. Más bien me interesa que comprendas cómo funciona, y estoy segura que a partir de ahí sabrás lo que tienes qué hacer para reestablecerla.
Todo empieza aquí
¿Quién soy? ¿Cómo he llegado a ser el/la que soy ahora? y ¿Quién soy realmente?
La autoestima se relaciona estrechamente con el autoconcepto, la percepción que tenemos sobre quiénes somos y ésta percepción depende del entorno biológico donde hemos nacido y las experiencias tempranas en el seno familiar (Cazalla-Luna y Molero, 2013).
El autoconcepto es lo que conoces de ti mismo/a. La autoestima es el valor que le das a aquello que conoces de ti mismo/a.
Esta imagen sobre tí que se ha formado en tu mente a lo largo de tus experiencias condiciona las atribuciones que haces de tu conducta e influencia profundamente la percepción que tienes de otras personas y del mundo externo en general (Shavelson, Hubner y Stanton, 1976; Alcaide Risoto, 2009).
Sí, eres como te han enseñado a ser y todo lo que conoces sobre ti es lo que te han dicho. Te quieres, si te han querido. Te valoras, si te han valorado. Creerás en ti si han creído en ti.
En suma, te tratas a tí mismo/a por cómo te han enseñado a tratarte por el trato que te han dado. Si has vivido en un entorno con agresiones, negligencia o abandono, tenderás a ver a las personas cómo hóstiles y adoptarás una actitud defensiva en las relaciones con los demás (Cazalla-Luna y Molero, 2013).
Pero al mismo tiempo necesitas confiar y no puedes. Necesitas abrirte, pero temes volver a ser lasimado/a. Estás entre la espada y la pared. Esa es una batalla agotadora que absorbe tu energía y desvía tu atención de tu proyecto de vida.
Porque ese amor, esa aceptación, reconocimiento y valor que no has recibido se ha convertido en tu objetivo. No puedes empezar a disfrutar de la vida y a darlo todo si aún no tienes cubiertas las necesidades más básicas de amor y afecto que necesita todo ser humano (Clark, Clemes y Bean, 2000).
Darte cuenta de esta realidad puede desenterrar muchas heridas y frustración que creías haber olvidado. Pero cerrando los ojos y pretender no ver tus heridas te mantiene en el autorrechazo.
¡Malas noticias!
Cuando te rechazas o juzgas eso te produce un enorme dolor que puede llegar a dañar considerablemente las estructuras psicológicas que literalmente te mantienen vivo/a. Es como echarle la bronca a tu niño/a interior porque algo no te ha salido como querrías, pegar un portazo y dejarlo llorar sólo/a ahí dentro, pensando que si distraes la mente y te olvidas, las cosas se arreglarán.
El autorrechazo hace referencia al rechazo de uno hacía si mismo. Aquí has pasado del trato de los demás hacia tí al trato que tú mismo/a te das. Dicho de otro modo, lo que te han hecho, te lo estás haciendo a ti mismo.
Llegados a este punto, es fundamental comprender que todas las atribuciones y ese diálogo interno no es tuyo, sino que es fruto del trato recibido de las figuras significantes que te han rodeado. Al mismo tiempo, este diálogo tóxico indica que aún no has empezado a hablarte TU a tí mismo/a. Aún te estas mirando a través de los ojos ajenos y te estás repitiendo las palabras de otras personas.
¡Qué alivio!
Como puedes ver, en realidad, no eres tu el/la que te rechazas, culpas, exiges… sino es la voz de los demás que inconscientemente la has asociado contigo.
Una vez tengas clara esta distinción e identifiques a quién pertenece el dialogo interno que has ido repitiendo, ello te permitirá conocer quién eres realmente (Collins, Guichard, Ford y Feeney, 2004). Así podrás empezar a sanar las heridas emocionales.
Las heridas causadas por el autorrechazo se deben atender como atenderíamos cualquier herida física, para reestablecer la amistad con nosotro/as mismo/as. De la misma forma que cuando reñimos con nuestro/a mejor amigo/a o con nuestro/a hijo/a, nos enfadamos, pero no le dejamos de querer y al rato le/a llamamos para reconciliarnos (Cazalla-Luna y Molero, 2013).
Con más interés tenemos que reconciliarnos con nosotro/as mismo/as cuando nos hemos faltado el afecto, el valor o la atención. Porque vivimos cada segundo con nosotro/as mismo/as.
Distracciones
¡Cuidado! Tu instinto de supervivencia intentará buscar vías de escape para que no atiendas tus heridas porque reavivan el dolor, pero no atenderlas prolonga el sufrimiento.
Tendemos a buscar distracciones para evitar pasar tiempo con nosotro/as mismo/as para conocernos y atendernos y ello causa estragos en la capacidad de amarnos con esos “defectos” que nos traen los resultados que no queremos (Alain de Bottom).
Conoce quién eres
El amor hacia la propia persona no se aprende, se descubre. ¿Por qué? Porque no puedes (ni debes) «aprender» a tratarte a tí mismo/a, por cómo te han tratado otras personas. Por muy significantes que sean.
Por ejemplo, si tus padres han vivido circunstancias difíciles o han tenido heridas emocionales personales, seguramente te han enseñado un «amor» que es el que ellos a su vez han recibido. En consecuencia no te habrás sentido amado/a (Clark, Clemes y Bean, 2000).
Pero sigues mereciendo un amor incondicional, no a medias, ni a cuartos, sino el 100%. Y ese amor es el que descubres cuando conoces quien eres más allá de lo que te han enseñado. Por esta razón lo que has aprendido no sirve para indicar tu autoestima.
El trabajo empieza por poner en orden tu corazón, tu niño/a interior, ese ser frágil que no ha sido respetado, amado protegido como se merece y sanar tus heridas para que dejen de absorberte la energía que necesitas para emplearte a fondo en sacar la grandeza que tienes dentro. Sé el adulto que necesitabas cuando eras niño. ¡Tu sabes lo que tienes que hacer!
La autoestima es fundamental porque está relacionada con nuestro bienestar. Ser conscientes de a quién pertenece el dialogo interno que se repite en nuestra mente es crucial para detener el trato tóxico y comenzar a construir nuestro propio diálogo interior desde el autoconocimiento.
Por tanto, para quererte, primero has de conocerte. Y para conocerte has de desechar y prescindir de todo lo que te han dicho y enseñado sobre ti. Empezar a verte a través de tus propios ojos.
Minodora Anusca
Mediadora Familiar
Colaboradora con el Centro de Psicología Calma al Mar, Valencia
Referencias:
Alcaide Risoto, M. (2009). Influencia del rendimiento y autoconcepto en hombres y mujeres.
Cazalla-Luna, N. y Molero, D., (2013). Revisión teórica sobre el autoconcepto y su importancia en la adolescencia. Revista Electrónica de Investigación y Docencia (REID), 10, 43-64.
Clark, A., Clemes, H., y Bean, R. (2000). Cómo desarrollar la autoestima en los adolescentes. Debate.
Collins, N. L., Guichard, A. C., Ford, M. B. y Feeney, B. C. (2004). Working models of attachment: New developments and emerging themes. En S. W. Rholes y J. A. Simpson (Eds.). Adult attachment: Theory, research, and clinical implications (pp. 196 –239). New York, NY: Guilford Press.
Shavelsob, R.J, y cols (1976). Self-Concept:The Interplay of Theory and Methods. Journal of educational Psychology, 74(1), 3-17.
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Muy interesante, empezaré por entrevistarme. Gracias
Buen artículo Minodora.
Transmite mucha serenidad y está escrito con inteligencia y corazón.
¡Gracias!
Muy cierto Minodora. Todo en general lo que comentas, pero sobretodo hacer hincapié en el hecho que vivimos en un mundo que parece que tenemos tiempo para todo menos para estar solos, saber estar solos, pensar solos, conocernos solos, aprender también solos, y logicamente lo que comentas al final, todo esto nos lleva a conocernos. Si nos conocemos podremos estar bien con nosotros mismos y también con los demas. Muchas gracias por el post.
[…] han sido afirmaciones positivas, ello ha desarrollado autoestima, autoconfianza, pero si han sido negativas han desarrollado lo […]
Me encantó y me ayudó a ver qué necesito empezar a quererme y perdonarme.
Raro es que me guste un artículo sobre crecimiento personal y más raro es que no me haga daño al leerlo. Estas son las cosas que no te explican en consulta y debes buscarlas en internet. Muy bueno y muy interesante.
Gracias.