Los celos que tanto odiamos: ¿son realmente el enemigo?

Los celos, esa palabra que tantas veces habrás escuchado y sobre la que se mencionan infinidad de demonios, ese concepto que llena las conversaciones relacionadas con la pareja, y que nunca deja indiferente a nadie; esa precisamente es de la que te voy a hablar hoy. Y es que los celos, ahí donde los tenemos completamente demonizados, son una emoción completamente normal y natural del ser humano, y aunque no lo creas, cumplen una función adaptativa también. Desde ya te planteo la respuesta a la pregunta que te presento en el título; no, los celos no son el enemigo, y te invito en este artículo a que descubras por qué.

Antes de que nadie se lleve las manos a la cabeza, conviene aclarar que mi intención no es romantizar los celos ni mucho menos, simplemente me voy a encargar de presentarte una perspectiva lo más neutra posible de todo lo que engloba a esta compleja emoción, explorando las dos caras de la moneda.

La realidad es que a menudo, a los celos se les asocia con inseguridad y desconfianza, y aunque esto es cierto, es importante reconocer que estos también tienen una función concreta en nuestras relaciones que resulta adaptativa.

¿Por qué sentimos celos?

Por mucho que nos disguste y nos puedan hacer sentir mal, los celos son una emoción más que sentimos, completamente natural como lo son la ira o la alegría, y como tal, aparecen como respuesta a un estímulo (normalmente algo que percibimos como amenazante) y nos transmiten información sobre nosotros mismos. La amenaza que percibimos no tiene por qué ser real, ya que también puede ser imaginaria; esto implica una sobreestimación del peligro, haciéndonos reaccionar ante situaciones que de primeras no tendrían por qué preocuparnos o producir malestar. Además, esta respuesta se puede ver proyectada no sólo hacia la pareja, sino también hacia otro tipo de relaciones cercanas, como por ejemplo amigos o familiares. 

Al final, entre muchas otras cosas que vas a ir viendo, los celos no dejan de ser un indicativo de que valoramos esa relación por la que los sentimos, y queremos evitar que el vínculo se pierda.

 

La función adaptativa de los celos

Para empezar, entre las funciones que podemos encontrar existe una que es especialmente relevante, sobre todo a corto plazo: identificar posibles problemas y malestar que esté apareciendo. Esta función es realmente importante, puesto que los celos nos alertan de las situaciones o elementos que nos producen malestar, y esto mismo nos facilita entrar en acción, confrontando el problema y buscando una solución al mismo.

Por supuesto, precisamente esta primera función nos habilita poder hacer uso de la segunda, y es que al identificar los elementos que nos producen malestar, también podemos indagar a nivel interno para entender mejor cuál es nuestra problemática; al final, poder identificar los problemas te ayuda a profundizar sobre ti mismo, tus heridas y necesidades, dándote la posibilidad de aprender cosas que ni siquiera tenías en cuenta sobre cómo eres. Descubrir cuáles son los miedos e inseguridades que promueven estos celos será clave tanto para que puedas desarrollar una solución, como para entenderte mejor, sanar y crecer como persona (y pareja).

Por último, es importante entender que los celos aparecen sólo en determinadas circunstancias y relaciones. Con esto me refiero a que suceden mayoritariamente en relaciones en las que ya se ha desarrollado un vínculo significativo para las personas implicadas y existe una implicación emocional clara. Por esta misma razón, los celos te ayudan a identificar no sólo los problemas que pueden estar surgiendo, sino lo importante que la otra persona es para ti, y como tal, promueven el cambio para encontrar un mejor equilibrio en la relación y desarrollar dinámicas más sanas.

 

¿Cuándo los celos se vuelven problemáticos?

Imagino que a estas alturas ya habrás pensado más de una vez que todo lo comentado en el apartado anterior no siempre va a evitar que te encuentres con muchas otras problemáticas y malestar. Y es que los celos también tiene un lado muy complejo y doloroso que aflora cuando no sabemos gestionarlos bien y no escuchamos lo que nos tienen que decir.

Los celos pueden llegar a ser una fuente de malestar realmente grande, promovidos por nuestra propia falta de regulación y acciones. Y es que si en vez de esperar a escucharlos, actúas impulsivamente y te dejas llevar por las emociones negativas que te suscitan, no sólo no vas a estar recogiendo la información que te dan y atajando el problema, sino que además estarás respondiendo precipitadamente, lo cual suele acabar provocando más conflicto, y finalmente una escalada de malestar y frustración por ambas partes.

Cuando estos celos no se trabajan y se mantienen en el tiempo, es común encontrar casos en los que la respuesta desadaptativa se cronifica y produce un malestar generalizado, acostumbrándose a reaccionar desmesuradamente ante estímulos cada vez menores y provocando mucho malestar no solo en la pareja, sino también en la persona que los experimenta (todo fruto del miedo y la inseguridad enquistados con el tiempo).

 

Por tanto, podemos concluir que no debes temer a los celos, son una emoción más, y como tal, sirven un propósito concreto. Eso no quita que si no aprendes a identificar la información que te están dando y respondes de forma automática, eso te va a acarrear más problemas. Al final, es importante aprender a esperar a recoger la información que te facilitan e indagar en su origen para saber cómo actuar en consecuencia; escuchándolos te darás cuenta de lo útiles que pueden llegar a ser.

 

Alejandro G. Salazar, 

Psicólogo colaborador del equipo Calma al Mar y Asociación Española de Psicología Sanitaria AEPSIS.

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