La sabiduría oculta de nuestras emociones desagradables

En la búsqueda de bienestar emocional, muchas personas acuden al psicólogo con el deseo de eliminar por completo aquellas emociones que les generan malestar o incomodidad. Sin embargo, es fundamental entender que la clave no radica en suprimir estas emociones, sino en aprender a tolerarlas y responder de manera más adaptativa a las experiencias emocionales intensas. Cuando intentamos evitar o controlar nuestras emociones, gastamos una gran cantidad de energía en ellas, lo que nos aleja de lo verdaderamente importante en nuestras vidas.

Las emociones cumplen una función esencial: nos alertan sobre sucesos internos y externos, y nos motivan a actuar. Sin emociones, no tendríamos la capacidad de reconocer situaciones de peligro ni la motivación necesaria para mejorar o cambiar aspectos de nuestra vida. A continuación, exploraremos cómo incluso las emociones que consideramos desagradables son necesarias y nos ayudan a crecer como seres humanos.

Miedo

Sentir miedo es una respuesta natural ante situaciones de estrés o peligro. Esta emoción nos protege de amenazas que pueden poner en riesgo nuestro bienestar, activándonos para buscar soluciones rápidas. Imagina que te encuentras en la selva y ves un león acercándose; el miedo te prepara físicamente para ponerte a salvo. Sin esta emoción, podrías ignorar el peligro y ponerte en una situación de riesgo. Así, el miedo, aunque desagradable, es una respuesta adaptativa que nos mantiene a salvo.

Ansiedad

La ansiedad es otra emoción que nos ayuda a anticiparnos a problemas o retos futuros, preparándonos para enfrentarlos de manera eficiente. Por ejemplo, la ansiedad leve que sentimos antes de un examen puede motivarnos a estudiar y prepararnos adecuadamente. Sin esta emoción, podríamos sentirnos desmotivados y despreocuparnos por el desafío que se avecina. Cuando la ansiedad es proporcional a la situación, actúa como una señal de alarma que mejora nuestra concentración y rendimiento.

Tristeza

La tristeza es una emoción que surge tras la pérdida o el fracaso de algo o alguien significativo en nuestras vidas, como una ruptura amorosa, la pérdida de un trabajo que valorábamos o el fallecimiento de un ser querido. Esta emoción actúa como una señal comunicativa hacia los demás, indicando que estamos atravesando un momento doloroso y difícil. Al expresar nuestra tristeza, podemos generar empatía y comprensión en quienes nos rodean, lo que nos permite recibir consuelo, afecto y apoyo, fortaleciendo así nuestras relaciones y redes de apoyo.

Además, la tristeza nos brinda la oportunidad de reflexionar y procesar nuestras experiencias emocionales. Nos ayuda a reconocer y aceptar nuestras pérdidas, facilitando nuestra adaptación y aprendizaje ante ellas. En este sentido, la tristeza puede convertirse en un motor de cambio; cuando nos sentimos tristes, nuestro cuerpo nos está indicando que algo no está bien y que es momento de evaluar en qué áreas necesitamos realizar ajustes. Esta emoción nos impulsa a buscar soluciones, realizar los cambios necesarios y mejorar nuestra situación.

La tristeza también nos motiva a buscar apoyo y nuevas oportunidades, guiándonos en la búsqueda de nuestro bienestar. Al estar tristes, tendemos a reflexionar sobre nuestras circunstancias y a evaluar su impacto en nuestras vidas. Este proceso nos permite analizar nuestras prioridades, reevaluar nuestros objetivos y tomar decisiones más informadas sobre cómo proceder.

Culpa

La culpa surge cuando sentimos que hemos «fallado» a las normas morales o principios que valoramos, como el respeto mutuo y la evitación del daño. Es una respuesta emocional que se activa cuando actuamos en contra de las expectativas sociales. Por ejemplo, podrías sentir culpa si tu amigo te presta dinero y olvidas devolverlo. Sin embargo, la culpa es una emoción adaptativa que nos enseña a aprender de nuestros errores. Nos motiva a rectificar, a pedir perdón y a restablecer la confianza, como devolver el dinero a tu amigo.

Vergüenza

La vergüenza se presenta cuando hacemos una autovaloración negativa de nuestras acciones y tememos el juicio negativo de los demás. Esta emoción puede hacernos sentir que no estamos a la altura de las expectativas. Sin embargo, la vergüenza también nos invita a reflexionar sobre nuestras metas y a considerar cómo podemos alcanzarlas, ayudándonos a sentirnos mejor con nosotros mismos.

Enfado

El enfado surge cuando sentimos que hemos sido perjudicados de alguna manera o que se nos ha impedido alcanzar un objetivo que es importante para nosotros. Esta emoción actúa como una señal que nos indica que nuestros límites han sido sobrepasados y nos impulsa a tomar acción. Además, el enfado también comunica a los demás que hemos sido dañados o afectados de alguna forma.

Las emociones desempeñan un papel fundamental en nuestras vidas, ya que nos brindan información valiosa sobre cómo interactuar con el mundo que nos rodea. Sin ellas, sería difícil navegar con éxito en nuestras experiencias diarias. Por eso, es esencial aprender a identificar nuestras emociones, observarlas y comprenderlas, así como responder a ellas de manera adaptativa.

En este contexto, es interesante reflexionar: ¿alguna vez has tenido alguna experiencia en la que las emociones «desagradables», como el enfado, te hayan resultado útiles? .

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Mar Timor Sarrió, psicóloga colaboradora de Calma al Mar y AEPSIS . 

@amarpsicologia

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