La importancia del apego.
El Apego.
Quizás te has preguntado alguna vez porque es tan importante la relación que mantienes con tus hijos. ¿Conoces la palabra apego? ¿Sabes porque es tan importante para el desarrollo posterior de tus hijos? Continúa leyendo y descubrirás la respuesta a estas y otras preguntas.
Son muchas las investigaciones que nos hablan de la importancia del apego entre los niños y sus padres. Considerados, normalmente, la figura de apego principal para el niño.
En la base de la teoría del apego nos encontramos con Bowlby (1969, 1973 y 1980), autor de la trilogía Apego, Separación y Pérdida. En su teoría defiende que todas las personas tenemos la necesidad de formar vínculos afectivos con otras personas. Igualmente nos señala que la alteración o la amenaza de alteración de estos vínculos puede causar fuertes emociones y finalmente psicopatología.
Hoy sabemos que la relación que mantienes con tus hijos les ayuda a constituir modelos internos. Estos modelos influyen en su capacidad para desarrollar relaciones íntimas con otras personas. En consecuencia, les permite desenvolver reglas sobre el funcionamiento de las relaciones cercanas.
Tipos de apego:
Partiendo de la relación que vas creando con tus hijos, las investigaciones han diferenciado los siguientes estilos de apego (Main, 1990, 1991):
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Un estilo de apego seguro: donde tu hijo te ve como una figura de apego capaz de ofrecer apoyo, desahogo o comodidad ante situaciones estresantes. Esto le permite crear un sentimiento de seguridad a partir del cual explorarán el entorno. Así mismo, se angustiarán ante tu ausencia pero se calmarán cuando regreses.
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Un estilo de apego inseguro-evitativo: cuando siente que no respondes a sus señales. Con el tiempo, esto favorecería que oculte o niegue la necesidad de apoyo. Es por ello que no les importaría tu ausencia ya que suelen evitar el contacto con la figura de apego.
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Un estilo de apego inseguro-ambivalente: donde si responderías a las necesidades pero de una manera inconsistente. Tu hijo aprendería a exagerar sus expresiones con el objetivo de conseguir la proximidad y la atención que necesita. Del mismo modo, ante tu ausencia se mostrará muy nervioso e irritable.
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Un estilo de apego inseguro-desorganizado: englobaría a todos aquellos niños que no encajan en ninguna de las categorías anteriores por no utilizar una estrategia clara. Parece que suelen emplear tanto una estrategia evitativa como una ambivalente.
Motivos de la importancia del apego:
Como puedes observar las expectativas que tiene tu hijo sobre la disponibilidad y la proximidad del cuidador le ayudan a constituir modelos internos de apego (Bretherton e Munholland, 1999). Con el paso del tiempo van creando un estilo de apego determinado influyendo así en sus emociones, en sus defensas, sus expectativas y en su comportamiento (Collins e Read, 1994; Fraley e Shaver, 2000).
Un ejemplo sería desarrollar un estilo de apego seguro. Esto le permitiría aprender habilidades para regular sus emociones, formar relaciones más seguras con sus compañeros, cooperar más con los adultos y regular sus emociones de manera más eficaz (Kerns, 2008; Thompson, 2008; Weinfield et al, 2008). Son muchas las investigaciones que nos relacionan el apego seguro con el bienestar. Lo contrario ocurre con el estilo de apego inseguro que ha sido relacionado con vulnerabilidad a cierta psicopatología (Rosenstein e Horowitz, 1996).
Conclusiones:
Tal y como dice Bowlby (1980), las experiencias tempranas con los cuidadores son la base del desarrollo de las preocupaciones sobre la capacidad para formar y mantener relaciones afectivas con los demás. Diferentes experiencias como las de pérdida de una figura de apego implican sentimientos de tristeza, ansiedad, que si están presentes con mucha frecuencia pueden ocasionar cierta vulnerabilidad, por ejemplo vulnerabilidad a la depresión tal y como señalan Klerman, Weissman, Rounsaville y Chevron (1984). Pero no sólo se ha relacionado con la vulnerabilidad a la depresión sino también a otro tipo de psicopatología como la ansiedad, los trastornos de alimentación , los trastornos de personalidad…
Por último, debemos tener en cuenta que el concepto de vulnerabilidad psicológica hace referencia a las “características internas, latentes y estables de una persona que pueden llevar a la cronicidad y/o intensificación de cierta sintomatología, aumentando la probabilidad de un trastorno psicopatológico bajo la ocurrencia de acontecimientos vitales estresantes” (Ingram, Miranda y Segal, 2006). Con todo esto, debemos señalar que como todo proceso latente precisa ser activado por un acontecimento estresante, lo que significa que tener un estilo de apego inseguro implica presentar una vulnerabilidad que aumenta la probabilidad de cierta psicopatología ante determinadas situaciones pero no conduce directamente a ella.
Bibliografía principal:
Bowlby, J. (1969). Attachment and loss: Vol. 1: Attachment. Nova York: Basic Books.
Bowlby, J. (1973). Attachment and loss: Vol 2: Separation. Nova York: Basic Books.
Bowlby, J. (1980). Attachment and loss: Vol. 3: Loss. Nova York: Basic Books.
Ingram, R. E., Miranda, J. e Segal, Z. (2006). Cognitive Vulnerability to Depression. En L. B. Alloy e J. H. Riskind (Ed.), Cognitive Vulnerability to Emotional Disorders. Mahwah: Erlbaum.
Klerman, G. L., Weissman, M. M., Rounsaville, B. J. e Chevron, E. S. (1984). Interpersonal Psychotherapy of Depression. Nova York: Basic Books.
Main, M. (1990). Cross-cultural Studies of attachment organization: Recent studies, changing methodologies and the concept of conditional strategies. Human Development, 1(33), 123-136.
Main, M. (1991). Metacognitive knowledge, metacognitive monitoring, and singular (coherent) vs. multiple (incoherent) model of attachment: Findings and directions for future research. En C. M. Parkes, J. Stevenson-Hinde e P. Marris (Ed.), Attachment Across the Life Cycle (pp.127-159). Londres: Routledge.
Bibliografía complementaria:
Bretherton, I. e Munholland, K. (1999). Internal Working models in attachment relationships: A contruct revisited. En J. Cassidy e P. Shaver (Ed.), Handbook of attachment theory and research (pp. 89-111). Nova York: Guilford Press.
Collins, N. L. e Read, S. J. (1994). Cognitive representations of attachment: the structure and function of working models. En K. Bartholomew e D. Perlman (Ed.), Attachment process in adulthood (pp. 53-90). Londres: Jessica Kingsley.
Fraley, R. C. e Shaver, P.R. (2000). Adult romantic attachment: Theoretical developments, emerging controversies, and unanswered questions. Review of General Psychology, 2(4), 132-154.
Kerns, K. A. (2008). Attachment in middle childhood. En J. Cassidy e P. Shaver (Ed.), Handbook of attachment (pp. 366–382). Nova York: Guilford.
Rosenstein, D. S. e Horowitz, H. A. (1996). Adolescent attachment and psychopathology. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 2(64), 244-253.
Thompson, R. A. (2008). Early attachment and later development: Familiar questions, new answers. En J. Cassidy e P. R. Shaver (Ed.), Handbook of attachment (pp. 348–365). Nova York: Guilford.
Weinfield, N. S., Sroufe, L. A., Egeland, B. e Carlson, E. (2008). Individual differences in infant-caregiver attachment: Conceptual and empirical aspects of security. En J. Cassidy e P. Shaver (Ed.), Handbook of attachment (pp. 78–101). Nova York: Guilford.
Yésica Seijo
Psicóloga
Colaboradora del Centro de Psicología Calma al Mar, en Valencia
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