El cerebro de las personas altamente sensibles PAS

El cerebro de las personas altamente sensibles PAS es un tema que cada vez genera más interés. En este artículo me gustaría hablarte del cerebro hiper-reactivo, lo que podría ser una perspectiva neurobiológica de la alta sensibilidad.

El cerebro de las Personas Altamente Sensibles (PAS) exhibe patrones de funcionamiento distintos, caracterizados por una mayor reactividad y procesamiento en diversas áreas cerebrales y sistemas de neurotransmisores. La evidencia, aunque en evolución y todavía a falta de mucha investigación que la corrobore, sugiere las siguientes peculiaridades neurobiológicas que te planteo a continuación

 

1. Mayor activación en áreas sensoriales y de integración:

Corteza sensorial primaria y secundaria: Estudios de neuroimagen funcional (fMRI) han demostrado una mayor activación en las cortezas sensoriales (visual, auditiva, somatosensorial) de las PAS en respuesta a estímulos de intensidad moderada, en comparación con individuos no-PAS [Acevedo et al., 2014]. Esto sugiere una mayor capacidad para detectar y procesar información sensorial sutil.

Corteza parietal posterior: Esta área, crucial para la integración multisensorial y la conciencia espacial, también muestra una mayor actividad en PAS [Jagiellowicz et al., 2011]. Esto podría reflejar un procesamiento más profundo de la información sensorial entrante y una mayor conciencia del entorno.

Unión temporoparietal (UTP): Implicada en la toma de perspectiva y la empatía, la UTP presenta una mayor activación en PAS durante tareas relacionadas con la comprensión social y emocional [Acevedo et al., 2014]. Esto podría contribuir a su mayor sensibilidad a las señales sociales y emocionales de los demás.

 

2. Hiper-respuesta del sistema límbico:

Amígdala: Esta estructura central en el procesamiento emocional, particularmente del miedo y la amenaza, muestra una mayor reactividad en PAS ante estímulos emocionales, incluso aquellos de baja intensidad o ambiguos [Acevedo et al., 2014]. Esto podría explicar su mayor intensidad emocional y su susceptibilidad al estrés en entornos emocionalmente cargados.

La amígdala (o amígdala cerebral) es una pequeña estructura en forma de almendra (de ahí su nombre: amygdalē en griego significa «almendra») que forma parte del sistema límbico, el cual está relacionado con las emociones, la memoria y la motivación. Se encuentra en lo profundo del lóbulo temporal, justo delante del hipocampo. Hay una en cada hemisferio cerebral, es decir, una amígdala derecha y una amígdala izquierda. Es crucial para reconocer y reaccionar ante emociones, especialmente el miedo, la ira y otras respuestas de amenaza. Ayuda a almacenar recuerdos asociados a emociones fuertes. Por ejemplo, recordar claramente un accidente o una experiencia traumática. Activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), liberando hormonas del estrés como el cortisol. Permite interpretar gestos y emociones en los rostros de otras personas. Juega un papel en la toma de decisiones sociales, la empatía y el aprendizaje emocional.

 

Ínsula: Involucrada en la conciencia interoceptiva y el procesamiento de las emociones viscerales, la ínsula también presenta una mayor activación en PAS en respuesta a estímulos emocionales y sociales [Acevedo et al., 2014]. Esto podría contribuir a su profunda resonancia emocional y su mayor conciencia de sus propios estados internos. La ínsula, también conocida como corteza insular, es una estructura situada en lo profundo del cerebro, oculta dentro del surco lateral (o cisura de Silvio), entre los lóbulos temporal, frontal y parietal. Para verla, hay que separar esos lóbulos, ya que está “escondida” debajo de ellos. Está en el fondo del surco lateral, cubierta por partes del lóbulo frontal, parietal y temporal llamadas opérculos. Algunas de sus funciones clave incluyen:

  1. Procesamiento sensorial visceral: Como la percepción del dolor, la temperatura, el gusto, y las sensaciones internas del cuerpo (interocepción).

  2. Emociones y empatía: Participa en el reconocimiento de emociones propias y ajenas. Se ha asociado con la empatía, el disgusto y la autoconciencia.

  3. Toma de decisiones y conciencia corporal: Ayuda a integrar información emocional y sensorial para tomar decisiones conscientes.

  4. Lenguaje y control motor: En su región anterior también se ha visto implicada en funciones relacionadas con el habla y el control motor fino.

 

3. Modulación de la corteza prefrontal:

Corteza Prefrontal Ventromedial (CPFvm): Implicada en la regulación emocional y la toma de decisiones basada en el valor, la CPFvm muestra patrones de conectividad alterados con la amígdala en PAS [Acevedo et al., 2014]. La mayor conectividad observada podría reflejar un mayor esfuerzo para procesar y comprender las reacciones emocionales.

 

4. Sistemas de Neurotransmisores en PAS:

Dopamina: Se ha hipotetizado que las PAS podrían tener una mayor sensibilidad a la dopamina, lo que podría contribuir a su intensa respuesta a las experiencias y a la información nueva [Lichtenberg, 2010].

Serotonina: Algunas investigaciones sugieren una posible relación entre la alta sensibilidad y una modulación diferente de la serotonina, lo que podría influir en la susceptibilidad al estado de ánimo y la ansiedad [Gerstenberg, 2012].

Noradrenalina: Las PAS podrían exhibir una mayor reactividad del sistema noradrenérgico, lo que podría contribuir a su mayor sensibilidad al estrés y a su estado de alerta elevado ante los estímulos ambientales [Ellis & Boyce, 2011].

muestra de diferentes tipos de cerebros

 

La investigación en este campo aún está en sus primeras etapas y se necesitan muchos más estudios con muestras más grandes y metodologías rigurosas para confirmar y ampliar estos hallazgos. Por lo tanto, este planteamiento que estás leyendo debe entenderse con las limitaciones aquí expresadas.

La alta sensibilidad es un rasgo complejo y multifactorial, y las diferencias neurobiológicas observadas representan tendencias grupales, no características absolutas de cada individuo PAS.

La interacción entre la predisposición genética y las experiencias ambientales juega un papel crucial en la configuración del cerebro sensible.

El cerebro de las personas altamente sensibles presenta un patrón de mayor reactividad y procesamiento en áreas cerebrales clave involucradas en la percepción sensorial, la emoción, la atención y la toma de decisiones. Las diferencias en la actividad y la conectividad de la corteza sensorial, el sistema límbico y la corteza prefrontal, junto con posibles modulaciones en los sistemas de neurotransmisores, contribuyen a la experiencia única de la alta sensibilidad. Una comprensión más profunda de estas bases neurobiológicas es esencial para avanzar en la investigación y para desarrollar enfoques clínicos y de apoyo más informados para las personas con alta sensibilidad.

Referencias:

  • Acevedo, B., Aron, E. N., Fisher, H. E., & Brown, L. L. (2014). The highly sensitive brain: an fMRI study. Brain and Behavior, 4(4), 580-594.
  • Jagiellowicz, J., Xu, X., Aron, E. N., Aron, A., & Cao, G. (2011). The trait of sensory processing sensitivity and neural responses to changes in visual scenes. Social Cognitive and Affective Neuroscience,1 6(1), 38-47.
  • Gerstenberg, F. (2012). Sensory-processing sensitivity predicts performance on a visual search task followed by an increase in perceived stress. Personality and Individual Differences, 53(4), 496–500. https://doi.org/10.1016/j.paid.2012.04.019

 

Fernando Pena Vivero
Psicólogo en Calma Al Mar, centro de Psicología

www.fernandopena.es

 

 

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