Disociación: causas y tipos
La disociación es un fenómeno psicológico complejo que implica la desconexión entre pensamientos, emociones y conciencia de uno mismo.
Es un mecanismo adaptativo que cuando se activa, separa tu mente de la realidad con el fin de protegerte.
Suele ponerse en marcha ante experiencias potencialmente traumáticas, como el abuso, la violencia o accidentes graves. La función es que si sufres alguna de esas experiencias, no tengas que hacer frente a la elevada intensidad emocional y el dolor que conllevan de manera inmediata. En ocasiones, las personas experimentan experiencias traumáticas en la infancia, por lo que es muy común encontrar trastornos disociativos en este tipo de pacientes.
Además, algunos factores como el estrés crónico, el abuso de sustancias, la ansiedad o el trastorno de estrés postraumático (TEPT), también pueden ocasionar o agravar los episodios disociativos.
Existen varias formas de disociación, incluyendo variaciones en intensidad y gravedad dentro de cada una:
→ Despersonalización: cuando sientes que no habitas tu propio cuerpo, incluso puedes llegar a observarte desde fuera de él, como si no estuvieras involucrado en lo que le está sucediendo a tu persona.
→ Desrealización: percibir el mundo que te rodea como irreal, distorsionado, o como si se tratara de un sueño.
→ Amnesia disociativa: es la pérdida temporal de memoria sobre eventos concretos o periodos de tiempo, que suelen tener que ver con acontecimientos traumáticos.
→ Trastorno de identidad disociativa: quizá lo conozcas como trastorno de personalidad múltiple. En este trastorno se tienen dos o más personalidades/identidades distintas, cada una con sus propios recuerdos, comportamientos y patrones de pensamiento.
Cualquier forma de disociación puede afectar profundamente en la vida diaria de las personas. Las personas que han sufrido episodios de despersonalización/desrealización pueden generar fácilmente una sensación de falta de control sobre sus vidas fruto de la desconexión con su propio yo o el mundo que les rodea. En el caso de la amnesia disociativa, se pueden encontrar dificultades frecuentes para recordar eventos relevantes o conexiones emocionales, lo que afecta negativamente a la capacidad de mantener relaciones cercanas, e incluso más tarde, al recordar parcial o totalmente el evento traumático, puede desarrollarse un trastorno de estrés postraumático (TEPT). El trastorno de identidad disociativa, aunque tiene menos prevalencia, es una forma más grave de disociación donde la persona experimenta emociones muy desagradables de angustia y confusión al tener dificultades para mantener una identidad coherente.
Sara Martínez Zazo, psicóloga colaboradora de Calma Al Mar y la Asociación Española de Psicología Sanitaria AEPSIS
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