Autoestima y pensamiento positivo

El pasado 27 de abril impartí en el Colegio de Economistas de Valencia un Curso sobre Autoestima y Pensamiento Positivo.

Este artículo que estás leyendo recordará alguno de los puntos más importantes que hemos visto en el curso, con la intención de que si tú no has podido asistir, tengas acceso a los contenidos del mismo, y si eres una de las personas que has asistido (aprovecho para saludarte de nuevo), puedas reforzar las principales ideas que tratamos durante la sesión.

Lo primero que me gustaría que supieses es que los pensamientos de las personas no son azarosos y en su gran mayoría tampoco son espontáneos.

Casi todos nuestros pensamientos siguen un mismo patrón, o mejor dicho: varios patrones. Es lo que conocemos los psicólogos como patrones del pensamiento.

Los patrones del pensamiento son tendencias que siguen los nuevos pensamientos que procesa nuestro cerebro en función de la educación que has recibido y de los hábitos que has ido generando a lo largo de los años. Es decir, en función de los pensamientos que han circulado previamente por tu cerebro.

Me gusta comparar los patrones de pensamiento con el cauce seco de un río. Recuerdo que la primera vez que vine a Valencia (yo soy gallego) fue en un mes de agosto de hace unos 10 años.

Decidí conocer la zona de Alzira, Carcaixent y Alberic, para lo cual tomé mi coche y saliendo por la Pista de Silla cogí la carretera de Albacete. Me llamó mucho la atención, para un gallego como yo, el cruzarme con carteles en la autovía que ponían “río tal” o “río cual” (Vale, no recuerdo los nombres, lo siento).

El tema es que cuando me asomaba ligeramente mientras conducía, comprobaba que en ese río no había agua. Me extrañó.

Me gustó tanto esta tierra que esas vacaciones se transformaron en la decisión de quedarme a vivir y abrir mi consulta de psicología en Valencia, en donde sigo ejerciendo. Hacia el mes de Octubre de aquel primer año, empecé a entender la razón de esos carteles de “río…”.

Con las lluvias la tendencia que sigue el agua es a seguir esos cauces secos, y con una lluvia fuerte y continuada esos cauces acogen el torrente de un río que puede llegar a ser bastante caudaloso.

Me sirve esta metáfora para hablarte de los patrones de pensamiento. Un patrón de pensamiento es una forma habituada de pensar que tiene una base física trazada en las neuronas a nivel cerebral. Esta base física no genera de por sí ningún pensamiento en especial, pero facilita que cada nuevo pensamiento que aparece en el cerebro, fruto de una situación en concreto, siga estos cauces que la educación que has recibido ha ido trazando a lo largo de los años.

Conocer tus cauces, tus patrones de pensamiento, te puede ayudar a decidir si esa es realmente la manera que quieres tener de pensar. Si encuentras que no es beneficiosa para ti, conocerlos te da la oportunidad también de cambiarlos. De rectificarlos por otros más beneficiosos para ti. Y, de este modo, de comportarte de acuerdo a unos pensamientos que ves en ti como más adecuados y saludables.

Cada persona tiene sus propios patrones de pensamiento, y hay determinados patrones de pensamiento que son comunes a la mayoría de la gente. En el curso hemos tratado estos patrones de pensamiento más comunes y habituales, con los que yo trabajo en la consulta de psicología.

Hemos hablado, además, de cómo buscar solución a cada uno de ellos.

El primero de esos patrones de pensamiento es la necesidad de aprobación. La mayor parte de los adultos tienden a buscar la aprobación de los demás ante lo que piensan, hacen o dicen. Esto parte de la educación que has recibido en la escuela y por parte de tus familia cuando eras pequeño.

Cuando tu profesor te daba su aprobación, todo iba bien en clase, y mucho mejor en casa. Tus padres seguramente te daban regalos por aprobar, es decir, por obtener la aprobación de una persona externa. Del mismo modo, no obtener la aprobación de esta persona era terrible. En muchos casos llevaba directamente a castigos o consecuencias negativas.

Año tras año aprendiste a fuerza de refuerzo y castigo a buscar la aprobación de los demás.

El problema aparece cuando llegas a ser mayor de edad, y nadie te dice que las reglas del juego han cambiado. Que ahora tienes que decidir tú sobre lo que piensas, haces o dices.

Que para continuar con una vida sana a nivel psicológico, ahora tu opinión debe pasar para ti, de repente, a ser más importante que la opinión de los demás. Y que la opinión de los demás puede tenerse en cuenta, sí, pero ha de permanecer menos importante que la tuya propia.

Si no te paras a reflexionar sobre esto, continuarás con la intención de tratar de gustarle a todo el mundo, de conseguir el visto bueno con respecto a cómo hablas, cómo te vistes, qué opinas, qué decisiones tomas con respecto a tu vida, y miles de cosas más.

Lo saludable es asumir que no necesitas la aprobación de los demás para guiar tu vida. Eres una persona adulta y puede que a mucha gente no le gusten cosas de ti, pero actuar con un afán de gustarle a los demás no te va a llevar a buen puerto. En cambio, generará una dificultad de maduración en tu vida.

Piensa en las personas que más admiras, en las que más interés te causan. ¿Son realmente personas que tratan continuamente de agradarte, de que les des el visto bueno con respecto a lo que hacen? O, en cambio, ¿son personas que tienen un punto de vista propio firme y que les importa menos la opinión que tienen los demás sobre ellas?

Aprende a actuar aún sabiendo que no todo el mundo está de acuerdo contigo, y que no a todo el mundo les va a gustar cómo eres, lo que haces, ni tampoco tus decisiones. Para ello, puedo aportarte un par de ayudas que te lo facilitarán:

Primero: ten expectativas de desaprobación. Esto es: piensa que hagas lo que hagas, digas lo que digas y seas como seas, siempre va a haber gente que no esté de acuerdo contigo. Generalmente la gente que más te va a importar su desaprobación es la más cercana. Aprende a esperar que ellos te desaprueben, y no te sorprenderá cuando la desaprobación aparezca.

Segundo: acéptate tal y como tú eres. Piensa “es así como soy yo”. Hay gente que trata de ocultar sus michelines, algún diente imperfecto, sus arrugas en la piel, granos, una estatura fuera de la media, un corte de pelo desafortunado, una cicatriz importante… La gente más feliz que has conocido no es aquella que más se acercaba con un patrón físico de “modelo de pasarela”, ¿es así? sino aquella que mostraba sin pudor cualquier característica que se saliese de este prototipo.

En esta línea, en una ocasión me comentó un amigo lo curioso que es ir a la playa y ver a gente realmente obesa, mientras sabes que algún amigo o amiga se ha quedado en casa porque dice que tiene algunos kilos de más.

¿Es entonces el físico lo que hace directamente que uno tenga una mayor o menor autoestima, o el físico tiene poco que ver y es realmente tu pensamiento, y más concretamente el patrón relativo a la necesidad de aprobación, lo que decide directamente sobre tu autoestima?

El segundo patrón de pensamiento del que hablé en el curso es la culpa.

La culpa es un método que utilizas y utilizan para manipular. Todos lo hacemos en ocasiones, ya sea de forma consciente o insconsciente. La mejor forma para conseguir que una persona cercana a ti haga lo que tú quieres que haga es haciéndola sentir culpable. Simplemente con que alguien que aprecias te diga “Si hicieses eso, me harías sentir realmente mal”, es motivo suficiente como para que recapacites sobre ello y fácilmente desistas para actuar como esa otra persona quiere que actúes ¿no es así?

Renunciar a intenciones o deseos personales, porque están utilizando la culpa contigo, les entrega a los demás el manejo de tu vida. No puedes dejarte llevar por la culpa para hacer de tu vida lo que los demás quieren que sea.

Muchas personas permanecen en el hogar de los padres, renunciando a continuar su propia vida, porque se sienten culpables si lo abandonan. Otras personas son incapaces de decir que “no” y se ven metidas en situaciones totalmente indeseables, por el mero hecho de evitar la sensación de culpabilidad que tendrían que soportar.

La única manera de que vivas la vida que realmente quieres vivir es que les enseñes a quienes la utilicen que la culpa no va a funcionar contigo. Tienes que aprender a decirles a quienes te tratan de hacer sentir culpable que entiendes su punto de vista, que lo respetas, pero que vas a hacer con tu vida lo que tú crees que debes hacer. Tienes que aprender también a decir que “no” para velar por tus propios intereses y necesidades.

Pensar en ti más que en los demás ha sido definido desde tu infancia con la terrible expresión de “egoísta”.

¿Ser egoísta es algo realmente malo? ¿Pensar en ti y en tus necesidades te hace sentir mal si con ello incomodas a otras personas?.

Piensa que dejar de ser egoísta, en muchos casos, es dejar de tener la vida que quieres tener para pasar a tener la vida que otros quieren que tengas. Quizá entonces no sea del todo malo ser algo egoísta.

El tercer patrón de pensamiento que hemos visto en el curso hace referencia a las etiquetas.

Muchas tienden a ponerles etiquetas a otros, pero en el curso me he referido más bien a las etiquetas negativas que nos ponemos a nosotros mismos. Todos tendemos a ponernos etiquetas. Unos tienen la etiqueta de “soy una persona ansiosa”, “no soy detallista”, otros tienen la etiqueta de “soy demasiado mayor para esto”, “soy tímido”, “soy desorganizado” o “soy malo en esto”.

Debes saber que las etiquetas son otro patrón de pensamiento que te impide avanzar en la vida.

Yo las llamo “la perfecta excusa”, porque si tienes una etiqueta es para ti una justificación más que suficiente como para no hacer lo que podrías hacer para progresar en tu vida

Entiende entonces que tú eres lo que tú decides. Tú no tienes genes de ser poco detallista, ni de timidez, ni de desorganización, ni de persona nerviosa. Te pones esa etiqueta porque es la que ves como la mejor forma para no enfrentarte a aquellas cosas que sabes que puedes enfrentarte. Has de vencer tu etiqueta si ello te va a hacer progresar en la vida.

Lleva a cabo comportamientos tendentes a vencerla. Si tu etiqueta es “soy muy nervioso” date cuenta de que hay decenas de métodos para conseguir ser una persona más tranquila. Si tu etiqueta es “soy desorganizado” busca una forma de organizarte y mantenla con constancia en el tiempo.

Recuerda: tú eres lo que tú decidas ser. Tu vida la crean tus comportamientos.

Un nuevo patrón de pensamiento es la preocupación. La gente tiende a preocuparse por todo. Nos llenamos de preocupaciones. Hay veces en donde nos pasamos mañanas enteras preocupándonos por cosas, y cuando este patrón de pensamiento está muy marcado en el cerebro, pueden pasar días enteros con una misma preocupación en mente.

Una buena amiga me enseñó la poca utilidad que tiene la preocupación. No sirve para nada. Rara vez soluciona las cosas.

Lo útil, lo que de verdad marca la diferencia, es lo que viene después de “pre-”. Es decir ¡ocúpate!.

Ella dice: ¡No te preocupes, ocúpate!, ejerce acción sobre aquello que tienes que ejercer acción.

Actúa. Marca un calendario de actuaciones paso a paso de las cosas que puedes y debes hacer en función de tu preocupación. Analiza qué está en tus manos hacer y pásalo a una agenda. Detente en los detalles. Estudia cómo vencerás las dificultades con las que te vas a encontrar. Pide ayuda si lo necesitas.

Y si lo que te preocupa no depende en absoluto de ti, descártalo de tu pensamiento. Deséchalo. Decide no darle más vueltas, y cada vez que te caces una vez más pensando en ello de nuevo, busca alguna tarea que te entretenga.

Llama a un amigo, baja a la calle, conéctate al Facebook, escucha música de la que te gusta, o de la que no te gusta, haz deporte, cambia en definitiva el foco de atención.

No puedes decidir sobre que aparezca o no el pensamiento, pero sí puedes decidir sobre si se queda mucho tiempo o poco tiempo. Recuerda que el pensamiento sigue un efecto bola de nieve.

Si te permites preocuparte por algo durante media hora, y al día siguiente dedicas un tiempo similar, tu propio pensamiento generará la necesidad de dedicar unos 45 minutos al tercer día. Al cuarto te sorprenderás cuando lleves una hora preocupándote por el mismo tema, y al cabo de una semana estarás toda la mañana dándole vueltas a ese mismo asunto. Así pues, ponle freno y decide actuar sobre lo que puedes actuar.

Distráete voluntariamente sobre aquello sobre lo que no ejerces control.

Un nuevo patrón de pensamiento es el miedo a lo desconocido. La gente tiende a hacer siempre las mismas cosas. Existe una tendencia a evitar lo desconocido.

Cuando un amigo te propone un plan diferente y la alternativa A es quedarme en casa y la alternativa B es hacer ese plan, la inmensa gran mayoría de las personas tendemos a elegir la opción A: quedarme en casa ¿Por qué? ¡Si es la opción más aburrida!.

Desde luego, es la menos excitante, la que no nos va a enseñar ni a aportar nada nuevo. La razón es: porque es conocida, y por ese viejo patrón de pensamiento que es el miedo a lo desconocido.

Este patrón de pensamiento te lleva a que tu vida sea muy parecida a cómo fue el año pasado, y quizá hace dos años. La búsqueda de la seguridad mediante lo conocido hará que te plantes en los 70 años, mires hacia atrás, y veas una vida casi repetida año tras año. Y si sumas las cosas diferentes que has hecho a lo largo de toda esa vida, quizá pienses que te habría gustado disfrutarla más, ¿no es así?

Ahora todavía estás a tiempo. Analiza que este patrón de pensamiento te está estancando, y cada vez que alguna persona te plantee algo, tiende a decir que sí.

No importa lo que sea.

Que tu primera respuesta sea preferentemente que sí. Luego, si lo analizas, quizá encuentres que en esa fecha del plan tenías otro asunto diferente, o que por motivos académicos o laborales no puedes realmente acudir. Pero marcará un cambio importante en ti si tu primera respuesta en mente es “sí”.

Para favorecer la superación de este patrón de pensamiento, déjate llevar por las cosas que hace la gente de tu alrededor que sean nuevas para ti, o que nunca hayas practicado. Pide consejos, opiniones e ideas nuevas.

Durante el curso en el Colegio de Economistas les pedí a los alumnos que aconsejasen actividades nuevas a otros alumnos que creyesen que podrían ser de su interés.

Algunos propusieron ir a catas de vinos, ¡o catas de quesos! ¿Alguna vez has ido a una cata de estas? Si tu respuesta ahora es “no”, ya lo estás poniendo en Google para saber cuándo es la más próxima en tu ciudad. 😉

Otros aconsejaron apuntarse a yoga, hacer deporte por las mañanas muy temprano, ir a playas nudistas o hacerte voluntario en una ONG. Quizá alguna de estas cosas ya las hayas hecho en tu vida, y otras no.

Para trabajar con este patrón de pensamiento, dedica un tiempo a lo largo del día de hoy a pensar en cosas nuevas que te gustaría hacer.

Haz un listado de ellas sin censura. Anota en un papel todas las que se te ocurran, sin pensar mucho. Luego mira todo lo que te ha salido, y elimina aquellas que con total seguridad no puedes o no quieres hacer.

Te quedará otra lista. Rodea aquellas que crees que son interesantes y prioritarias. Con dos o tres, para empezar, puede ser suficiente. Luego (lo más importante) vete a un calendario, y señala cuándo las quieres hacer. Marca una fecha y asegúrate de que planificas todo para ese día eso sea posible.

Convertir esto en costumbre, sumado a dejarte llevar con más facilidad por las propuestas que te hagan, puede fortalecer la idea de que tu vida es algo que realmente te llena de satisfacción, y de lo que ahora y en un futuro puedas sentirte orgulloso.

Mi consejo personal: haz cursos de risoterapia, van muy bien. Pasea por la naturaleza, haz deportes de equipo, aprende algo artístico como la pintura, abraza a alguien como mínimo una vez a la semana y te propongo con gusto que visites los cursos de psicología que encontrarás en www.miconsulta.es/cursos

El último patrón de pensamiento hace referencia a los tabúes. Definimos un tabú como algo oculto, algo que no se puede hacer o decir, algo que se ve como sucio, pecado o prohibido. Cuando ponemos ejemplos de tabúes, el que nos sale con más facilidad es el sexo, aunque hay otros habituales como las enfermedades graves, la muerte o las necesidades fisiológicas.

En el curso les planteé a mis alumnos que tener tabúes les impide sentirse cómodos durante la comunicación. Esto genera un bloqueo que repercute en cómo vivimos el tema que tenemos como tabú.

Llega al punto de incapacitarnos para entenderlo de forma natural. Este problema en el pensamiento genera a su vez dificultades en el comportamiento.

En los casos en los que el tabú es una enfermedad grave, o el tema es la muerte, provocan bloqueos a la hora de comunicar el propio dolor, incrementándose con ello el sufrimiento y facilitando la creación de patologías y trastornos.

Los tabúes sexuales provocan profundos problemas también en las personas. El hecho de eliminar palabras durante la comunicación repercute en generar inseguridades. En la vida en pareja los tabúes se transforman luego en insatisfacción, rutinas, miedos y vergüenzas incapacitantes, por ejemplo al desnudo o a encuentros íntimos.

Es fácil escuchar a alguna persona cercana contándonos “me tocó ahí… ya sabes… ahí abajo”, o “nos fuimos al coche y lo hicimos”.

Dependiendo del nivel de tabú, no es poco frecuente escuchar términos más alarmantes e insanos como “se quedó con sus vergüenzas al aire”, o “en el coche hicimos guarradas, ya sabes, cochinadas”.

El planteamiento que hago en los cursos, para vencer tabúes, se centra que cada uno se permita a sí mismo en su entorno hablar con todas las palabras. Las conoces. Las has usado alguna vez.

Muchos dicen que son las palabras que tienen más sinónimos en cualquier lengua humana. Y sin embargo nos seguimos sintiendo torpes al utilizarlas. No importa mucho que digas pene, o que digas polla, dependiendo de si estás utilizando un lenguaje más culto, o si estás en un entorno más coloquial. Pero evita bloqueos o palabras comodín como “cosa” o “tema”.

Ayúdale además a los demás a vencer sus propios tabúes. Cuando te hablen de algo que sea tabú, si no usan todas las palabras, haz que no les entiendes. Anímales a explicarse, a utilizarlas. Hazles ver que pueden expresarse con libertad delante de ti. Ayúdales a sentirse cómodos al hacerlo.

Con la explicación de este último patrón de pensamiento finalizó la formación del Colegio de Economistas.

A lo largo de tu lectura puede que te hayas visto más reflejado en unos párrafos que en otros. Puede incluso que hayas pensado que tendrías que aplicar alguno de estos contenidos, o varios incluso, en tu vida.

Recuerda que no te servirán para nada, a menos que te lo plantees por escrito y vayas tomando nota semana a semana de los avances que has conseguido.

Es bueno reflexionar sobre cuáles son mis mayores áreas de mejora con respecto a los mismos, y escribir de forma clara comportamientos concretos que quiero llevar a cabo con mi familia, con mis amigos y mi entorno en general.

Y si necesitas ayuda en este camino, estoy a tu entera disposición: fernando@cop.es

 

 

Psicólogo Fernando PenaFernando Pena

Psicólogo con consulta clínica privada y profesor de Psicología Clínica en el Instituto Europeo de Formación de Formadores. Director del Máster de Psicología Clínica de la AEPCCC en Valencia. Responsable del consultorio psicológico del periódico Las Provincias. Asesor de psicólogos sanitarios para la Agencia de Publicidad AMA.

E-mail: Fernando@cop.es
Twitter: @Psicoteca

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