¿Falta de atención o pérdida de memoria?
En artículos anteriores ya comentamos que el estilo de vida actual favorece un aumento significativo de niveles de estrés. Debido a este fenómeno, entre otros, podemos llegar a padecer molestias o problemas en la memoria, pero realmente ¿deberíamos preocuparnos por ser un síntoma qué nos alerta que en un futuro desarrollaremos la Enfermedad de Alzheimer? La respuesta es no.
En el día a día podemos padecer ciertas alteraciones en la atención y concentración, las cuales no son patológicas, pero perjudican a la memoria. Las más relevantes son la ausencia mental debida a una gran concentración sobre algún estímulo que te hace desatender lo demás; las lagunas temporales, períodos de tiempo en el que no sucede nada que merezca la pena ser recordado como, por ejemplo, cuando conducimos de manera mecánica que llegas a tu destino sin recordar el trayecto realizado; y la curva de la “U” invertida, la cual indica la relación entre la activación del organismo y la atención, por lo que ésta última se reducirá a medida que estemos en situaciones que nos generen altos niveles de activación: mucha agitación, nerviosismo y estrés.
Éstas situaciones descritas pueden ser consecuencia de un proceso de alguna enfermedad, periodos de convalecencia, alteraciones emocionales (tales como el duelo, rupturas amorosas, etc.), cambios bruscos en la rutinas, altos nieles de estrés mantenidos en el tiempo, alteraciones en el sueño y el descanso nocturno, escasa estimulación sensorial, etc. Asimismo, las personas que presentan otras patología como la depresión y la ansiedad manifiestan afectación de la memoria. Sin embargo, a medida que se retorna al punto de estabilidad inicial, toda la sintomatología relacionada con la atención y concentración, y por ende la memoria, volverá a sus niveles previos de “normalidad”.
Por otra parte, en referencia a la pérdida patológica de memoria podemos encontrar orígenes distintos: desde cuadros orgánicos (origen biológico como la demencia) a cuadros no orgánicos o funcionales (subyace un componente emocional). Estos deterioros interfieren tanto en la adquisición, retención y utilización de los recuerdos de las experiencias. Según el origen del problema, la alteración de memoria puede ser de manera brusca o progresiva, y acompaña de otros síntomas y signos significativos. En las demencias, por ejemplo, se producen otros déficits cognoscitivos (afectación intelectual, emocional y funcional de las actividades básicas), aunque el más representativo es la pérdida de memoria.
Por lo que, ya tengas situaciones de “conozco la cara pero no el nombre” o te preguntes diariamente “¿he cerrado el coche?”, no te preocupes, pues son hechos que a todos nos ocurren. Eso sí, si consideras que te afecta enormemente u observas comportamientos extraños en ti mismo o en un familiar o amigo, consulta con tu profesional de confianza.
Rut Mares Arnal
Psicóloga General Sanitaria y Psicogerontóloga
Colaboradora del Centro de Psicología Calma al Mar, en Valencia.
Contacto: rmpsicologavlc@gmail.com
Esclarecedor artículo, interesante blog.