La salud mental del empleado y desempleado.

 Últimamente, debido a la actual coyuntura económica, se ha hecho muy popular el llamado “Síndrome del desempleado”, que refleja los cambios psíquicos, emocionales y sociales que pueden llegar a vivir algunas personas en situación de desempleo.
No obstante, algunos rasgos que se dan en este síndrome tales como la baja autoestima, la preocupación excesiva por el futuro, el desasosiego y el riesgo de acabar desarrollando un cuadro depresivo o ansioso no son exclusivas de este grupo de la población, y menos en la situación que vivimos actualmente.

Ya sabíamos que el estado psicológico y nuestra salud mental influyen directamente en nuestro desempeño de la actividad laboral; siendo los trastornos mentales la segunda causa de baja laboral en España, según el estudio de Moreno, J.O. publicado en “European Journal of Health Economics”, que además calcula el impacto que esto tiene en el sistema sanitario público.
Frente a esta evidencia nos preguntamos: ¿Qué papel tiene nuestra salud psicológica en el desempeño de nuestro trabajo?, ¿y qué pasa entonces con las personas que actualmente están en desempleo?, ¿somos más vulnerables dependiendo de nuestra situación laboral?, ¿cómo podemos hacer frente a este síndrome?

En primer lugar, vamos a recordar brevemente las tres fases del “Síndrome del desempleado” que se establecieron a partir de los estudios de Jahoda, Eisenberg y Lazarsfeld:

1. Primera fase:
Se inicia cuando la persona es despedida. Inicialmente, esta nueva situación puede percibirse como una oportunidad: disponer de más tiempo libre, posibilidad de practicar hobbies para los que antes la jornada laboral no dejaba tiempo o tener una mayor libertad acerca de cómo distribuimos nuestro día.
Podría vivirse incluso como un alivio, especialmente si el trabajo estaba suponiendo un factor estresante, como unas vacaciones inesperadas. En esta primera etapa las relaciones con familiares y amigos se desarrollan con normalidad.

2. Segunda Fase:
La persona lleva un tiempo buscando un empleo y empieza a ser consciente de las dificultades de la situación. Además, recibe información negativa a través de los medios de comunicación (televisión, radio, internet) en el que se hace énfasis en la crisis y en la lenta recuperación económica.

En esta fase se empiezan a manifestar los primeros síntomas, tanto físicos como psicológicos, entre los que podemos encontrar: ansiedad, estrés, angustia, irritabilidad, dificultades para concentrarse, alteraciones en el sueño, preocupación excesiva por el futuro y alteraciones del autoconcepto y la autoestima.

3. Tercera fase:
Esta última fase de caracteriza por la desmotivación, apatía y la falta de interés generalizada.
La persona desempleada puede haber interiorizado una percepción de indefensión y culpabilidad frente a la situación que vive y pensar que “no sirve para nada” o que la situación “está cada vez peor”, etc.; manifestando actitudes pesimistas y derrotistas.
Llegados a este punto, se vive la situación desde una perspectiva negativa, con un estado anímico afectado, lo que produce que la persona limite así su capacidad de acción y de hacer frente al desempleo, perdiendo eficacia en la búsqueda trabajo que le hará salir de esta situación.

Cabe destacar la importancia de que podamos identificar en qué fase nos encontramos y cómo la estamos viviendo, qué alternativas tenemos y qué habilidades o aptitudes tenemos para poder gestionar la situación de la forma más adaptativa posible. Esto último, evitaría que pasemos a la siguiente fase, mejorando nuestra salud psicológica, física y social.
Igualmente, como ya adelantábamos al inicio del artículo, las personas que tienen un empleo no están exentas de sufrir algunos de estos síntomas. Sólo tenemos que mirar los últimos informes sobre estrés laboral y salud en el trabajo. Como indican Brenlla y Salvia: “Los estudios muestran que los individuos que están desempleados o trabajan bajo condiciones laborales inadecuadas tienen mayor probabilidad de presentar malestar psicológico que quienes tienen empleos estables (Elder et al., 1984; Flanagan, 1990).”
Por ello, debemos tomar conciencia de que el área laboral juega un papel muy importante en nuestras vidas, y que es nuestra responsabilidad establecer las pautas necesarias para vivirlo de forma saludable.

Hacer ejercicio de forma regular, mantener un estilo de vida activo, centrase en vivir el momento presente, planificar la jornada (tanto para personas en desempleo como trabajadores en activo), practicar técnicas de relajación/meditación, disfrutar del tiempo de ocio, compartir tiempo con familiares y amigos, controlar los pensamientos negativos o desarrollar nuestra inteligencia emocional son estrategias muy válidas para fomentar nuestra salud y bienestar. No obstante, es importante reconocer cuando necesitamos ayuda y consultar con un profesional.

Ana Carrascosa Navarro Col núm: AO-09117

REFERENCIAS:
 Moreno, J.O., López Bastida, J., Montejo-González, A.L., Osuna-Guerrero, R., y Duque-González, B. (2009). The socioeconomic costs of mental illness in Spain. European Journal of Health Economics, 10 (4), 361-369.
 Brenlla, M.E.; Salvia, A. “Desempleo, inestabilidad laboral y salud mental”. VII Jornadas de Salud y Población. Instituto de Investigaciones Gino Germani, 2-4.
 Rocamora-Bonilla, A. “Cómo sobrevivir psicológicamente al desempleo?” www.cuidatusaludemocional.com

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